ORIENTACIÓN Y MOVILIDAD PARA LAS PERSONAS CON BAJA VISIÓN
Los objetivos generales de un entrenamiento en orientación y movilidad para una persona con discapacidad visual son los mismos, independientemente de que se trate de una persona ciega o con baja visión. Para ambos casos el programa tenderá a que la persona, niño o adulto:
- Se movilice en forma segura e independiente utilizando las técnicas adecuadas.
- Se oriente correctamente.
- Obtenga confianza en sí mismo y en sus posibilidades.
- Ejercite al máximo sus sentidos e interprete adecuadamente la información que los mismos le proveen.
En el caso de una persona ciega, el plan de trabajo es claro y se basará fundamentalmente en el aprendizaje de la técnica de uso de bastón largo (técnica Hoover) y en el uso de sus otros sentidos (tacto y oído principalmente).
En el caso de personas con baja visión el panorama es mucho más matizado. No existe una técnica específica, como la de Hoover, aplicable a todos los casos. Al entrenamiento en el uso de la información táctil y auditiva (al que los profesionales del área estamos habituados) se suma el del uso eficaz del “resto visual” y esto es lo que particulariza cada entrenamiento. Existen tantos “modos de ver” como personas hay y un buen entrenador debe ejercitarse en la evaluación y mejora de la funcionalidad visual.
Antes de comenzar se deberán relevar los datos objetivos disponibles. ¿Tiene la persona una disminución de agudeza, un recorte en el campo o una combinación de ambas características?, ¿ en uno o en ambos ojos?. Esto nos dará una idea aproximada de cómo ve el sujeto aunque habrá que tener en cuenta que dos personas con igual agudeza o disminución de campo en términos numéricos, pueden tener distinta eficiencia, dependiendo ésta de muchas variables en las que tienen gran importancia las psicológicas y las sociales. ¿Es su pronóstico visual favorable o desfavorable?. Este dato nos proporcionará lineamientos generales a seguir durante el programa: si es desfavorable deberá hacerse hincapié en el entrenamiento del oído y del tacto sin que nunca vaya en desmedro de la utilización de la visión.
En caso de no contarse con un especialista en baja visión dentro del equipo, son especialmente importantes los datos que puedan aportar otros profesionales (sean o no del área) como profesores de talleres, de educación física,etc. Ellos podrán responder a algunos interrogantes del tipo ¿utiliza la visión para ejecutar tareas manuales o privilegia otros sentidos?, ¿manifiesta temor al realizar ejercicios que impliquen marcha, carrera o salto?, ¿da señales que indiquen fotofobia como entrecerrar los ojos para mirar o colocarse las manos a modo de visera?
La primera parte del programa consistirá en la evaluación de la movilidad del sujeto en interiores y exteriores conocidos y desconocidos. Siempre es conveniente empezar por lugares en los que el sujeto se sienta cómodo (por ejemplo, su casa) para evitar experiencias negativas que podrían hacer fracasar todo el entrenamiento. Luego, en forma gradual, se pasará a interiores y exteriores desconocidos. Es muy importante establecer un lazo de confianza entre el sujeto a entrenar y el entrenador. Es indispensable aprovechar los primeros encuentros no sólo para evaluar sino para lograr que la persona se sienta contenida, comprendida en su situación y fundamentalmente cuidada. Es necesario explicitar que no se la expondrá a ninguna situación de riesgo, que el entrenador es una persona experimentada y entrenada para tal fin y que sólo permitirá el desplazamiento autónomo del sujeto cuando éste se encuentre lo suficientemente entrenado para hacerlo con total seguridad.
En estos primeros desplazamientos se observará:
- Tipo de marcha: segura o vacilante. Puede servir la observación de la longitud de los pasos (cortos, normales o largos) y la velocidad del andar (lenta, normal o rápida).
- Localización de los objetos: identificación, capacidad de eludirlos.
- Percepción de obstáculos: a nivel del suelo, a la altura del cuerpo, de la cabeza.
- Reacción ante las diversas situaciones de luminosidad (mayor o menor eficiencia de día o de noche, con luz natural o artificial; adaptación a los cambios bruscos en la iluminación).
- Utilización de los sentidos. Sentidos privilegiados, anulados, subutilizados.
- Uso del color.
- Percepción de objetos móviles: tránsito, peatones.
- Funcionamiento visual de cerca (lectura de carteles, horarios, menúes).
- Actitud general del sujeto.
La observación de la movilidad del sujeto en estas primeras sesiones, los datos objetivos de que se disponga, la información aportada por los otros profesionales proporcionarán al entrenador, material para comenzar a trabajar. Información especialmente relevante será también la que aporte el propio sujeto: en que condición lumínica se siente más cómodo, qué situación de movilidad le infunde más temor, cuáles son sus principales dificultades.
Con todo este material el entrenador elaborará un programa individual que seguirá básicamente las mismas etapas que el de las personas ciegas (técnicas de interiores, exteriores simples, exteriores complejos, medios de transporte) incorporando procedimientos específicos para personas con baja visión.
Quizás uno de los puntos más importantes en el entrenamiento de OyM de personas con baja visión es el de lograr que enfoque el mundo de una manera visual. Para ello el sujeto deberá con la ayuda del entrenador conocer cuál es su mejor punto de visión, cómo debe colocar la cabeza cuando se desplaza, qué situaciones luminosas lo favorecen y cuáles debe tratar de evitar. En síntesis, “la persona debe desarrollar un sistema mediante el cual se aproxime visualmente al entorno”. Las personas con baja visión deberán también desarrollar habilidades tales como exploración, interpretación de la borrosidad y rastreo.
Otro punto importante es el desarrollo de la habilidad de reconocer los esquemas o modelos que la realidad presenta, utilizando todos sus sentidos. Hay situaciones relativamente constantes cuyo reconocimiento ayuda a la interpretación visual del entorno y consecuentemente, a la movilidad: por ejemplo, en un supermercado los artículos de limpieza están juntos; el desplazamiento de una masa de gente en la esquina de una avenida, en la misma dirección que nosotros, indicará que la luz del semáforo estará a nuestro favor, etc.
En personas que nunca han utilizado su resto visual, o que lo han subutilizado, será necesario enfatizar los ejercicios de conciencia visual. Ver es un proceso que se aprende y esta premisa también vale para OyM. Hay personas que deben aprender “dónde se supone que están” ciertas cosas, tales como el semáforo, los carteles indicadores de las calles, los timbres, los buzones.
Las ayudas ópticas
Salvo en algunos medios muy especializados, aún no se tiene muy en cuenta la prescripción de ciertas ayudas que favorecen la visión lejana y en consecuencia la movilidad. Estas son los telescopios y los filtros.
Filtros
Millodot, en su diccionario de optometría, define al deslumbramiento como la situación visual en la que el observador siente molestia o disminución de sus capacidades visuales por la presencia en el campo visual de una fuente de luz relativamente intensa. Ahora bien, muchas patologías que provocan discapacidad visual traen aparejada fotofobia aún en condiciones normales de luminosidad; que en un gran porcentaje de casos es de un grado tal que impide la movilidad segura. Es habitual que estas personas usen anteojos de sol o fotocromáticos siendo estos de poca o nula ayuda. Para estos casos existen filtros para baja visión que evitan el deslumbramiento con el consecuente beneficio para el usuario. Personas a las que la simple luz diurna les provoca una marcha vacilante e insegura encuentran en esta ayuda la posibilidad de un desplazamiento autónomo. En algunos países ya es frecuente su prescripción, incluso en más de un tipo a la misma persona, para que pueda llevarlos en distintas ocasiones (de día, de noche, en interiores).
Telescopios
En orientación y movilidad son útiles para enfocar a distancia objetos estáticos que se quieran visualizar tales como carteles de calles, números de casas, carteles indicadores en paradas de ómnibus, etc. Es importante explicar al usuario cuál será el alcance de esta ayuda y recalcar que no le servirán para objetos móviles como por ejemplo para identificar el número del ómnibus en movimiento. Posibilitan un considerable aumento en la autonomía del sujeto reduciendo el pedido de ayuda a situaciones más complicadas (cruce de calles, identificación de objetos móviles).
Es importante recalcar que su uso eficaz en Orientación y Movilidad está unido a la eficiencia visual general del sujeto, que a su vez dependerá de que haya realizado un adecuado tratamiento de estimulación o rehabilitación visual, según corresponda. Además el entrenamiento en el uso de esta ayuda en exteriores, requiere la ejercitación en interiores, partiendo de actividades sencillas para finalizar con las que requieran mayores habilidades visuales y generales.
El bastón
Un punto muy importante es el del uso del bastón largo. Hay personas con baja visión que, pese a utilizar al máximo su potencialidad visual, necesitan utilizar bastón en forma permanente o transitoria. Por ejemplo quienes tienen un severo recorte de campo visual a nivel inferior pueden tener serias dificultades para detectar obstáculos a nivel del suelo y decidir usar un bastón para poder concentrarse visualmente en el resto del entorno. También puede ocurrir que alguien necesite usar el bastón sólo de noche o en algunos momentos particulares (como el caso de las personas que se ven perjudicadas por cambios bruscos en la situación lumínica). Para estos casos resulta muy útil el bastón plegable. Ahora bien, con estas personas deberá trabajarse todo lo que sea necesario el tema de su condición visual: ¿es ciego?, ¿ve normalmente?. Ni una ni otra cosa, es una persona con baja visión que a veces necesita de un bastón para poder desplazarse en forma segura. Es fundamental que él y que sus familiares tengan clara esta situación y sean capaces de afrontar las confusiones que se presenten. Estas personas deben saber que pueden ser objeto de desconfianza por parte de gente de la calle, choferes de transportes públicos, personas a las que soliciten ayuda y que deben estar preparados para afrontar situaciones de confusión que su situación visual particular puede provocar.
En cuanto a la indicación del bastón, no existen reglas fijas. El entrenador deberá indicarlo cuando a su criterio la no utilización ponga en riesgo a la persona. Pero no debe olvidarse que la decisión final corre por cuenta del protagonista. Puede ocurrir que pese a que el entrenador haga todo lo que esté a su alcance para que una persona se maneje sin bastón, ésta decida usarlo por sentirse más segura. Suele ocurrir también que haya personas que se nieguen al uso de un instrumento que sin duda alguna simboliza a la ceguera. En este punto, es muy importante que el individuo (sobre todo si se trata de un niño o un adolescente) comprenda que el bastón no sólo puede ser utilizado por personas ciegas.
Para finalizar se hace necesario recalcar que un adecuado entrenamiento en Orientación y Movilidad de las personas con baja visión depende, al igual que para otras áreas, del logro de la mayor eficiencia posible en el campo de lo visual. No existen reglas fijas con excepción de la de procurar la mayor seguridad posible para la persona en el marco del respeto de su dignidad.
Bibliografía consultada:
- Organización Nacional de Ciegos Españoles; Actas del Congreso Estatal sobre Prestación de Servicios para Personas Ciegas y Deficientes Visuales; Madrid 1994.
- Carter, Connie y Jones, Frank; Modelo de Rol para el Instructor de Movilidad y Orientación y para el Profesor de Deficientes Visuales, en Randall T., José; Visión Subnormal, Organización Nacional de Ciegos Españoles, Madrid, 1988.
- Allen, Denis; Orientación y Movilidad en Personas con Baja Visión, artículo traducido por Susana Crespo y publicado por International Council for Education of the Visually Handicapped, Córdoba, 1980.
- Barraga, Natalie; Textos reunidos de la Dra. Barraga, traducidos del inglés por Susana Crespo y editados por la Organización Nacional de Ciegos Españoles, 1980.
- Crespo, Susana; Glosario referido a la discapacidad visual, Revista “Discapacidad Visual Hoy”, Año 3, Nº3, Abril 1997.
Beatriz, me encanta todo lo que estás haciendo en este Blog.
ResponderEliminarEs interesante para nosotros y para los padres de nuestros alumnos.
Besos
Graciela Rodríguez